Antonio Tula nos aclara como ve él la neutralidad del mediador desde el prisma sistémico
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por su puesto,
Cuando mis valores
quieren ser actores,
Cuando mi “cordura”
me pasa factura,
Cuando ser neutral
es solo casual.
Introducción.
Tengo interés en colaborar con el hermoso sitio que lleva adelante mi amigo Tomas Prieto en “A Mediar Granada” y sentarme en este amplio sillón ubicado en la inmensidad de un verde prado y un cielo muy celeste para reflexionar sobre el controvertido concepto de neutralidad, que figura en la doctrina y la legislación como competencia del mediador.
Debo confesar que en veinte años de práctica de la mediación jamás pude ser “neutral” ya que mi involucramiento sistémico con las partes y el desafío del rol genera una energía comunicacional compartida y retroalimentante que ayuda a la detección de los intereses, superando los supuestos limitantes del cliente en la búsqueda de nuevas opciones.
Esto trae de la mano la “objetividad” del mediador, con la que tampoco comulgo ya que trabajamos desde la intersubjetividad y la “realidad percibida”. Desde allí la incerteza es un “statu quo” en el operar del mediador.
Si me interesa el concepto de “equidistancia” con las partes y el de “multiparcialidad” que intentaré desarrollar.
El arte de la mediación consiste- a mi criterio, en un tercero comunicacionalmente involucrado entre dos o más partes, con percepciones distintas del conflicto, que ayuda a una toma de conciencia de realidades diferentes y convergentes.
1 El dilema de lo objetivo
Dentro de las ciencias sociales, los aportes iniciales de la Cibernética con relación a la información y la conducta son conocidos como de “primer orden” o “cibernética de los sistemas observados”. Esta entendía que la realidad existe independientemente de quien la observa y las cualidades del observador no se hallaban incluidas en sus descripciones del mundo, si se pretendía alcanzar un conocimiento verdadero y “objetivo”.
El conocimiento del mundo como reflejo del mundo, era posible en la creencia de que el lenguaje permite transmitir la realidad sin ambigüedades (donde la palabra y los significados son unívocos). Consecuentemente, la concepción clásica de ciencia, sostiene que es posible alcanzar un conocimiento legítimo y completo del objeto de estudio excluyendo al sujeto (Labay, 2004).
Según Jáuregui (2008), Kant propone invertir la relación sujeto-objeto. Sin desestimar el papel predominante que los objetos (cosas en el mundo) tienen en el conocimiento, Kant (1999) considera que el sujeto también tiene un papel determinante y que algunas de sus representaciones, son de tal índole que los objetos para ser tales, han de adecuarse al sujeto. O sea, que el sujeto los necesita entender, pues no puede entender lo que está más allá de su conocimiento.
La idea que aporta este filósofo, por primera vez, es que al conocer el sujeto condiciona al objeto y lo hace, al menos de alguna manera ser lo que es, llevando a una profunda transformación las nociones de “objetividad” y “subjetividad”.
Entonces “objetividad” es la cualidad de lo objetivo, de tal forma que es perteneciente o relativo al objeto en sí mismo, con independencia de la propia manera de pensar o de sentir (o de las condiciones de observación) que pueda tener cualquier sujeto que lo observe o considere
Sin embargo, el sujeto es quien construye el fundamento de “carácter objetivo” de los objetos que están en el mundo, y esta subjetividad fundante genera condiciones de posibilidad a la existencia del objeto.
En la mediación el objeto “conflicto” tendrá entonces una “objetividad” desde cada parte y desde la propia subjetividad del mediador.
Desde esta perspectiva “subjetividad” es la propiedad de las percepciones, argumentos y lenguaje, basada en el punto de vista de cada una de las partes y del propio mediador y por tanto influida por los intereses y deseos particulares de cada uno de ellos.
“Cualquier cosa que el ser humano percibe o concibe es el resultado de los modos y medios de percepción y concepción de ese ser humano. No hay forma de comparar los resultados de estas actividades con lo que podría existir independientemente, porque el único acceso a la presunta “realidad” sería un nuevo acto de percepción y concepción (Glasersfeld, 1996).
El mismo Glasersfeld (1996) considera que el sujeto construye el conocimiento con otros, utilizando el lenguaje y la interacción, haciendo que cada sujeto en este intercambio, auto-organice su experiencia interior para así relacionarse con el mundo. A este intercambio en construcción con los otros y para sí, lo denominó como Intersubjetividad (co-construcción de sujetos en interacción). La mediación constituye un cambio de intersubjetividades para construir una visión compartida y convergente de las posibilidades de solución del objeto conflicto (acuerdo).
En este sentido un proceso de mediación es un campo de intersubjetividad, o sea, interacciones que implica en los sujetos intercambios lingüísticos, afectivos, etc, que hacen que se organicen a sí mismos y su experiencia, lo que a su tiempo permite interactuar con otros. Construir la propia subjetividad junto con la propia construcción que el otro hace de sí, de su interacción conmigo y otros. En ese campo el mediador se instrumenta para ayudar a las partes en la construcción desde es camp energético.
Entonces” la objetividad entre paréntesis” habilita las preguntas, permite la legitimación, invita a la fantasía de la metáfora, restaura con connotaciones positivas y forja la reformulación de las posturas binarias frente al conflicto.
2 El mediador como observador y a la vez parte del campo de lo observado
El movimiento cibernético (Cibernética de segundo orden o de los sistemas observantes) se enriquece con las investigaciones de Humberto Maturana y Francisco Varela, y por las del cibernético Matemático-físico Heinz von Foerster, las del Psicólogo-filósofo Ernst Von Glasersfeld, y en el mismo sentido Marines Suárez.
A partir de estas nuevas teorías se estudia la forma en que los seres humanos, en contextos sociales, construyen cognitivamente el mundo en el que viven. De este modo, se incorpora a la escena, al observador, en el proceso de conocimiento, a diferencia de la Cibernética de Primer Orden.
Al introducir en lo observado al observador, el objeto de estudio pasa a centrarse en el observador observando su propia observación, lo cual claramente implica un orden de recursión mayor. Es así, como el observador pasa a reconocerse como una parte del todo, como teniendo un punto de vista parcial sobre el sistema que observa, pues el a su vez es formado en relaciones sistémicas que limitan su interpretación del mundo.
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3 El operador en el conflicto como subsistema del sistema mediación
La visión sistémica y la circularidad permiten al mediador ofrecer múltiples puertas a las personas en conflicto, y, al desestabilizar la narrativa posicional abren la posibilidad de cambio.
Ello habilita al operador de conflictos a dinamizar la comunicación entre las partes, al desestabilizar la narrativa, promoviendo la integración de la misma en una nueva narrativa compartida. Facilita una restructuración comunicativa que amplía la perspectiva sobre el mismo conflicto y sobre el otro, en la medida que le dá importancia a cada parte, respetando su perspectiva, pero sembrando la duda en las percepciones binarias para luego co- construir una narrativa más integrativa.
4 Conociendo constructivistamente:
Epistemológicamente muchos de los enfoques de la resolución de conflictos y con ello de la mediación se basan en una perspectiva constructivista, por lo que ni la disputa ni sus causas tiene el carácter de hechos objetivos verificables, ya que responde a una construcción de cada parte, con un alto nivel de subjetividad (Schvarstein 1999). La frase: “dime qué conflicto narras y te diré quién eres”, es aplicable a esta epistemología.
La Teoría del Conocimiento desde el concepto constructivista de von Glaserfield o de la obra de Maturana, permite en mediación entender la co- construcción que existe entre el operador de conflictos y las partes, como observadores que se involucran en el campo de lo observado, constituyendo entre todos un sistema.
Lo interesante es que el operador de conflictos debe perturbar al sistema, en el que está inmerso, desde la comunicación, para que se modifiquen las percepciones de las partes que sostienen al conflicto, perdurando el desacuerdo.
Parece difícil comprender el involucramiento del operador de conflictos en su lugar de “tercero”, pues interviene desde su propia construcción de la realidad (Calcaterra, 2002). Pero no debe ser muy diferente a lo perceptible del mismo operador sobre las partes. Son personas por igual con diferentes sistemas de co-construcción, y en este caso el operador va entrenándose en el ejercicio narrativo y sistémico. Por ello está llamado a ser profundamente humano.
En la interrelación con otras personas y el mundo, partimos de un cierto modelo de realidad que nos orienta para observar y desarrollar las conclusiones a las que arribamos, en el ejercicio de describir dicha realidad.
Watzlawick y a Bateson son los referentes del estudio de la comunicación humana que sostienen que las personas tendemos a guiarnos, en las relaciones con los otros y con el mundo circundante, a partir de ciertos supuestos a los que damos jerarquía de axiomas.
Entonces si los seres humanos perciben de la misma forma, partiendo del mismo punto de referencia:
Desde una lógica binaria, si dos personas piensan distinto una tiene razón y otra está equivocada, uno dice la verdad y otro falsea la verdad, se gana o se pierde, etc. Los interrogantes que se abren en la práctica de la mediación serían: ¿Qué pasa cuando las partes llegan a mediación con verdades axiomáticas arraigadas en la cultura?, ¿Qué estamos diciendo cuando decimos conocer lo que sucede?, ¿Cómo es la razón de cada cual? (Francowsky, 2005).
Desde esta perspectiva, el constructivismo en los espacios de resolución lleva a comprender la integratividad entre los sujetos o partes con relación a un conflicto donde la búsqueda de la verdad no es una sino para cual, lo que se hace evidente en la dinámica del sistema y en las narrativas, más aún al operar en ellas. Por ello es importante contar con el tiempo necesario y suficiente para dar el lugar a cada participante. Es decir, orientar el encuentro narrativo o su integración, fortaleciendo una relación que implica la consciencia en la interdependencia tanto en la construcción como deconstrucción del conflicto.
5 Conclusión
La magia de la mediación consiste en operar desde el caos que las partes traen como sistema en crisis, Desde la incerteza y la confianza que las ” partes saben (son constructores de su vida y de su propia epistemología) pero no saben que saben” solo resta una buena escucha activa, que el mediador convierta sus ideas en hipótesis tentativas de trabajo y que se lance al campo de la comunicación
Impacto al que apunta, formular preguntas,
cuyas respuestas nunca fueron puestas,
en el repertorio de las “posiciones”.
Antonio Tula, fundador y director de Redes Alternativas, Abogado y Mediador en Argentina. Conocido internacionalmente como uno de los autores más importantes en Mediación Sistémica.
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Bibliografía.
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3 comentarios
Nadie nunca es total y absolutamente neutral, en una concepción estricta y absoluta del término, pero esto no niega la posibilidad de la existencia de grados o niveles de neutralidad, en el punto de partida, en la hoja de ruta, y en el punto final de la actuación del mediador. Y es en ese margen de maniobra en donde tiene cabida la conducta activa de la mediación valorativa. Sin embargo, la neutralidad del mediador no es un cheque en blanco, y no puede serlo porque, en caso contrario, dispondría de una “patente de corso” como espectador en el conflicto, y no como parte actora sustancial del mismo.
Lo cierto es que no existen reglas genéricas que puedan aplicarse a todos los conflictos, ni pautas que garanticen lo acertado de regirse por criterios más o menos estrictos en orden a exigir una neutralidad de los mediadores intervinientes más allá de la legitimación efectiva obtenida de su aceptación por las partes.
Muchas gracias por la aportación Andrés. Estoy plenamente de acuerdo, al final hay que estar al caso concreto.
Voy a reproducir el hilo de debate mantenido por el autor del artículo y Julio Bolaños (Ldo. en Filosofía) en el grupo de Facebook #mediacionporderecho, dado que es a consecuencia del propio artículo.
Dice Julio Bolaños:
Sr Antonio Tula; me gustaría me explicara que entiende usted por realidad – objetividad – subjetividad. A la luz de lo vertido en su artículo. Y que papel desempeña una noción de “realidad intersubjetiva” o “subjetiva” (partes en un proceso de mediación). A un tiempo, directamente relacionado, que papel desempeña “lo significativo” desde el punto de vista de una semiótica.
Antonio Tula: Con gusto conversare contigo sobre el tema. Primero dedeo consensuar que esta conversación e s un intercambio amigable. Que ambos tenemos la posibilidad de disentir y que en el campo de la mediación el idesntir abona a la logica de las diferencis y no a un duelo de egos
Julio Bolaños Lo primero que me gustaría aclararle es que el “mundo” no son “cosas”, son “hechos”. Tú te refieres a “objetos” (cosificación). Y en los seres humanos es preciso el distingo. Pues lo que constituye una perpectiva es respecto al hecho en su acontecer, y este es innegable.
Julio Bolaños Me gustaría me explicaras esto, porque no lo comprendo > ” La mediación constituye un cambio de intersubjetividades para construir una visión compartida y convergente de las posibilidades de solución del objeto conflicto (acuerdo).” Lo intersubjetivo es un “acuerdo” (ya explícito) en la autoconcepción, y en la puesta en común. Tu exposición es sumamente contradictoria.
Julio Bolaños Esto es realmente sorprendente > “En este sentido un proceso de mediación es un campo de intersubjetividad,” ¿No querrás indicar que es un “campo de subjetividad”? … Pues estás queriendo indicar, en realidad (si lo asumimos) que subyace una “verdad” por encima (¿Quizás en los hechos?). Y, siendo de este modo, ¿Por qué no recurrir a un arbitraje?.
Julio Bolaños ” Entonces” la objetividad entre paréntesis” habilita las preguntas, permite la legitimación, invita a la fantasía de la metáfora, restaura con connotaciones positivas y forja la reformulación de las posturas binarias frente al conflicto.” (te pregunto, de nuevo: ¿Qué son connotaciones “positivas”, cuando mencionamos “hechos”?. ¿No te das cuenta que “lo positivo”, o lo “negativo” son según para quien (morales y sistemas de creencias diversos en las partes que participan de un proceso dialogado cualquiera, también el de mediación)? … Pra llegar a establecer lo que es “positivo”, o “negativo” admites exista una “moral superior”. Eso si es plantear una “intersubjetividad moral”; y ello es imposible.
Esto otro > ” La visión sistémica y la circularidad permiten al mediador ofrecer múltiples puertas a las personas en conflicto, y, al desestabilizar la narrativa posicional abren la posibilidad de cambio.” La “oferencia”, a las partes, es posible – desde luego – pero no trataría yo de desestabilizar, y si en lograr “acuerdos” equiparando lo que Wittgenstein denomina “aires de familia”; en lo que puedan lograr “tradición” en el “sistema de creencias”. No es por “desestabilizar” que se logran acuerdos. Es por comprender que “une” a las personas ligadas a un Conflicto. Esa es la puerta que “sorprendentemente” abre la comprensi´´on, que es a un tiempo “autocomprensión” del sistema de creencias en el que la parte está inmersa.
Antonio Tula Bien estimado colega. Mi formación en filosofía proviene de mi maestría en en enfoque sistémico. Desde allí se considera que el dominio de lo “objetivo” está en un mundo inconmensurable para las posibilidades descriptivas del hombre. A ello Maturana y Varela en el “Arbol de la vida” llaman “Objetividad sin paréntesis”. Sin embargo el sujeto puede, desarrollar una descripción del objeto desde un prisma muy particular : su particular percepción de la realidad (desde su contexto, experiencia de vida, formación etc). Entonces mi querido amigo aparece la “realidad entre parentesis” y por ello el origen del conocimiento se encuentra en el sujeto cognocente. Cada uno de nosotros tiene su propia epistemologia según los proclama Batesón y yo lo comparto. La subjetividad consistiría en la construcción que cada parte hace del significado del conflicto y para cada parte esto es “objetivo”. En esta misma linea el pensamiento sistémico nos imbrinca en un campo de acciones compartidas y co-construidas con otros . La intersubjetividad o la trama inter-accional con otros sujetos subs-istémicis es la base de las relaciones conflictivas que llegan a mediación. El proceso de mediación constituye un sistema de intersubjetividades ,desde la mirada sistemática ,porque el mediador y las partes realizan acciones, lideradas por el operador del conflicto para un cambio de narrativas de las partes que modifique la mirada al objeto conflicto y la re formule. Como decia Derrida es un proceso de de-construir para co-construir. El V axioma de la comunicación humana , ( puntuación semántica) o la primera narrativa que habla Sara Cobb o las posiciones del Esquema de Harvard son distintas variables de como la descripción del objeto, en mediación, solo responde a una construcción subjetiva y binaria del objeto, según cada observados conflictuante. El mediador opera desde la incerteza para intentar que las partes puedan resignificar sus posturas.
Antonio Tula Comparto querido Julio . Tengo una gran influencia de Wittgenstein. En general tomo de la filosofía, la antropologia filosófica, la psicologia etc, lo que me es útil para la mediación y desde ese lugar argumento con la modesta intención de hacer propuestas al campo de la mediación que se nutran de otras y enriquezcan el pensamiento de esta actividad tan nueva
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