Mi experiencia como mediadora

by A Mediar News
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Maite Delgado nos cuenta su experiencia como mediadora y algo más, reivindicando ser utilizados y que la sociedad sea debidamente informada, para que puedan elegir libremente como arreglar sus diferencias.

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Maite Delgado Abogada y Mediadora

Como este artículo será leído en su mayoría por expertos en la materia, no voy a entrar a definir la mediación ni a explicar sus principios o el proceso. Y menos siendo como es una actividad profesional viva, cargada de improvisación y recursos infinitos que ayudan, si no a conseguir un fin, sí a transformar la visión del trayecto. Esto es tan sólo mi experiencia como mediadora.

Me enseñaron, durante mi formación, un estilo de mediar basado en el modelo Harvard. Y aprendí, de la mano de expertas mediadoras (me refiero en femenino porque todas mis tutoras de prácticas fueron mujeres) cómo se aplicaba y constreñía el proceso a este método, modelo, escuela o cómo queramos llamarlo. Y yo, en mi inexperiencia y casi ignorancia, era consciente de que aquello podía dar más de sí. ¿Por qué hacerlo de una determinada manera, si es una profesión donde la imaginación y la improvisación imperan? Donde el mediador hace de la mediación un arte, el guión de una película, siendo  las partes protagonistas, y el mediador su director. Eso pensaba yo, y aún lo sigo pensando.

Tras la formación llegó ese día en el que me sentí sola, sin tutoras, sin evaluaciones más allá de la autoevaluación (la más exigente), nerviosa por la responsabilidad que conlleva y dudando de mi capacitación, o capacidad, o aptitud. Lo cierto es que dudaba de todo. Pero esa situación de presión me llevó a dar lo mejor de mí, y descubrí que hay unos principios, unas herramientas, unos protocolos…y muchas dotes de sentido común y capacidad de observación, improvisación, paciencia, dedicación, empatía…y vocación. Sin ella, difícilmente puedes dedicarte a esto en las circunstancias en las que estamos la mayoría de los mediadores en España.

la eduación

Y con el tiempo y la experiencia…se crea un estilo propio, ese que nace de cómo eres tú y de cómo son esas personas que tienes delante. Todo lo aprendido se adapta y da paso a una personalidad y una manera de ser y hacer que se refleja en el proceso. Así empecé a descubrir que todo es relativo. La teoría aprendida, la técnica, el proceso…Hasta los principios de la mediación.

Fui descubriendo el comportamiento humano, y me fui descubriendo a mí misma. Aprendí a pensar con los mediados. Y aprendí a escuchar, a relativizar, a modificar hábitos y conductas cotidianas. A ayudar a las personas a escucharse, a comunicarse, a ponerse en el lugar del otro. A proporcionar, para sus vidas, herramientas útiles que, efectivamente lo eran, porque las aplicaba a mi propia vida. Y vi que las partes que inician mediación, en un porcentaje altísimo, consiguen acuerdo, y lo mejor, transforman su relación en muchos casos, mostrando lo agradecidos y satisfechos que están de haber seguido un proceso de mediación.

Y en estas andaba cuando llegó el día en el que comencé a sacar conclusiones: sobre mediación, sobre las personas que nos dedicamos a ello, sobre los fallos del sistema, sobre el futuro de la mediación en España, sobre mi propio futuro.

Y me pregunté cómo era posible que de 50 asuntos que derivan los juzgados, al menos en  30 de ellos  no acudan una o ninguna de las partes a la sesión informativa (al ser voluntaria).

Y descubrí que, quizás (o no) pudiera existir cierta desinformación o intereses “ocultos” que perjudican, cuanto menos, que esas personas tengan la oportunidad de acudir a informarse y conocer de la existencia de otras vías de solución de conflictos a las que pueden recurrir. Se les está negando el derecho a conocerlo.

Y volví a pensar en la necesidad de dar difusión a la mediación, de informar tanto al ciudadano como a los profesionales, y de la importancia de formar a los juristas para que deriven bien, para que deriven casos mediables.

Porque el conocimiento, la información, es necesaria para hacer avanzar los sistemas alternativos de resolución de conflictos. Pero cuando la posibilidad de obtener información es voluntaria, se hace más difícil encontrar una vía directa de difusión, porque no olvidemos que uno de los principios fundamentales de la mediación es la voluntariedad, aunque también sabemos que el proceso de mediación se inicia con la aceptación y firma del Acta Constitutiva. Y, desde mi punto de vista, entiendo que la voluntariedad hace referencia a decidir iniciar o no el proceso. Incluso iniciado, cabe la posibilidad de poder apartarse de él. Así pues ¿dónde se vulnera el principio de voluntariedad, si Su Señoría decide que se acuda a una sesión informativa? ¿Por qué no implantar como obligatoria la Sesión Informativa?

Hace poco acudía al Acto de presentación de la Asociación AEMAD. Acudieron como ponentes notables magistrados así como diputados representantes de diferentes partidos políticos. Todos ellos coincidieron en la necesidad de hacer algo al respecto. Efectivamente, se están perdiendo muchas oportunidades. El ciudadano está perdiendo la oportunidad, y el derecho a estar informado y poder decidir por sí mismo cómo resolver su conflicto, su problema. Hay recursos y maneras de solventar y poder solucionarlo. Es cuestión de buscar las maneras…y querer hacerlo de verdad.

Pero yo estaba contando mi experiencia como mediadora, y a ella vuelvo hablando de casos concretos. He tratado asuntos de personas que no acudieron a Sesión Informativa porque la citación no les había llegado a tiempo. Ante esta situación, desde nuestro servicio de mediación se informó telefónicamente a esas personas, con su consentimiento para aceptar iniciar un proceso de mediación. La mayoría resueltos con acuerdo. Esta casuística se nos plantea con relativa frecuencia y, conociendo la situación de colapso que vive la Justicia, resulta entendible el retraso en la citación, lo que se comprende menos es que no se acuda a la Sesión Informativa porque a los usuarios les indicaron que no era obligatorio, o  que la mediación no servía de nada o, peor aún, ni siquiera se les informó (a buen entendedor…).

Esta es una profesión incipiente en casi toda España. Queda mucho camino por andar. Estamos en un laboratorio realizando pruebas de ensayo-error. Hay elementos que funcionan y deben ser potenciados, y otros que fallan o impiden avanzar. Entiendo que en este caso, habría que modificar lo que falla o simplemente desecharlo y hacerlo de otra manera. Pero todo es mejorable, y ahora que ya empezamos a tener resultados, habría que intervenir.

Quienes realizamos mediaciones intrajudiciales, a estas alturas ya hemos crecido, madurado y tenemos entidad, criterio y datos objetivos que deberían ser tenidos en cuenta. A partir de ahí, sacar conclusiones y buscar soluciones. Yo, por si a alguien le interesa, ya he propuesto unas cuantas.

Somos mediadores, ¿no? Somos gente de recursos, imaginativos, especialistas en improvisar y buscar caminos alternativos. Pero sobre todo, tal y como está el patio, somos optimistas convencidos, perseverantes, profesionales con vocación y paciencia, mucha paciencia, demasiada paciencia.

¡Úsennos, por Dios!, qué buen slogan para una campaña de difusión… éste o cualquiera parecido. Utilicen nuestra experiencia, nuestros conocimientos, nuestras sugerencias. Porque sabemos qué está fallando. ¿Por qué cuesta tanto que esto arraigue? Y no me digan que es cuestión de cultura y carácter, de la forma de ser que tenemos los latinos, tan vehementes, tan radicales, tan beligerantes. Porque me consta que cuando el ciudadano conoce de su existencia, acude, curioso, esperanzado…y muchas veces, ¡desesperado!

¡La mediación funciona! Solo necesita que se crea en ella y se impulse como se merece.

Las personas tienen derecho a saber que pueden resolver sus litigios de otro modo. Que tienen derecho a poder elegir. Que hay otras maneras, y profesionales que les pueden ayudar en el proceso. Y ya puestos, ¿por qué no hacer las cosas bien desde el principio? Educar a nuestros hijos desde pequeños y en la escuela, trabajar con ellos las habilidades sociales, tan sencillas pero tan abandonadas (¿por obvio?). Qué error.

Formación, trabajo, experiencia, conclusiones, propuestas – preguntas, son las etapas por las que he ido pasando en mi vida como mediadora y que, a día de hoy se van intercalando indistintamente teniendo unas veces más peso unas que otras, pero cuando al final del día, recojo mis papeles del despacho, organizo mi agenda, y marcho a casa, lo hago con el convencimiento de que lo bueno está por venir ¡necesariamente!

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Nelson Mandela

Maite Delgado Jimeno Abogada y Mediadora en Toledo. Presidenta de la Asociación Mediacon.

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2 comentarios

alberto villegas 09/07/2015 - 21:54

me encanto el articulo, tomares algunas notos, bastante motivador

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Tomás Prieto 11/07/2015 - 00:44

Me alegro que le guste ..seguimos difundiendo la mediación

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