Padres , Adolescentes y Verano. Conflicto Asegurado.
Han llegado las tan deseadas vacaciones,
. . .que debido al ritmo frenético en el que nos solemos sumergir durante el resto del año, suponen una válvula de escape de la rutina diaria para muchos de nosotros. Proyectamos en ellas unas expectativas que no siempre se cumplen, lo que acaba generando una la frustración mucho mayor.
Todos estos sentimientos reprimidos, (desilusión, mayor irritabilidad, conductas agresivas, descontrol emocional, malhumor, incremento de la ansiedad, cansancio, etc…), se acumulan en forma de tensión provocando situaciones que de no solucionarse a tiempo pueden hacer saltar, literalmente, por los aires la paz y la convivencia familiar.
Cuando tenemos hijos e hijas adolescentes
. . .nos damos cuenta de que la vida con ellos es como un lucha constante en la que la cuerda se tensa una y otra vez. Ponen a prueba nuestra paciencia y nuestra capacidad de dialogar día sí , día también.
Sus necesidades cambian, ya no son los mismos niños que antaño podíamos manejar y que no cuestionaban nuestra autoridad. Ahora tiene personalidad propia y están forjando su propio carácter. Su casa es su “laboratorio” y nosotros , sus particulares “conejillos de indias”.
Pero , ¿Por qué en verano se recrudecen los conflictos?
Se acaba el curso escolar y con él las obligaciones y horarios , nuestros hijos disponen de casi tres meses para utilizar el tiempo a su antojo ,- así lo creen ellos-, y colgar el cartel de ‘no molestar’ en la puerta de su cuarto es para ellos el plan perfecto. Osar si quiera, perturbar su paz con las obligaciones de las tareas domésticas, actividades en familia o viajes puede ser una fuente permanente de conflictos y un desafío para nosotros los padres y madres.
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Ahora quieren cosas que a nosotros pueden no gustarnos.
Exigen una ampliación de sus límites que con frecuencia se nos antoja , como mínimo imposible y/o peligrosa y fuera de lugar. Creemos que son demasiado jóvenes para salir por las noches, y en verano con las fiestas , las verbenas, las quedadas con los amigos del lugar de veraneo, los primeros amores, tener una moto, los estudios, ( si han suspendido alguna asignatura), la noche de San Juan…pueden convertirse en un pulso difícil de torear.
La prohibición, en esta etapa , en la que la sociabilidad y el sentido de pertenencia al grupo es crucial para la forja de su personalidad, no es en absoluto recomendable, pero sí lo es concretar unos horarios de llegada, con límites claros y una postura firme y sin fisuras en cuanto al consumo de alcohol y/o drogas.
Otro punto conflictivo y controvertido al que nos debemos enfrentar
. . .como padres y madres es el del uso de las redes sociales y de internet, máxime si tenemos en cuenta que es algo novedoso para nosotros ya que nuestros progenitores no tuvieron que lidiar con esto al no existir la red cuando nosotros éramos adolescentes.
Para los adolescentes la red forma parte de su vida diaria , de su autonomía y de su libertad, en ella vuelcan casi todas sus relaciones sociales y no conciben su mundo sin internet, en cambio para los padres, las redes suponen un terreno pantanoso, desconocido y de alto riesgo al que se ven expuestos sin ser conscientes del peligro que supone un mal uso de ella.
En este caso es conveniente tratar de llegar a acuerdos con los chicos y chicas enseñándoles ejemplos concretos de “ciberacoso”, que han derivado muchas veces en violencia, procurando al mismo tiempo enseñarles a hacer un apropiado uso de las redes y de sus perfiles personales.
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Los casos de padres divorciados
Y si a todo esto le añadimos en el caso de padres o progenitores separados, un convenio regulador que se va quedando obsoleto o corto según se mire, el conflicto puede esperarse casi con total seguridad.
Situaciones como: nuevas parejas, (en el caso de progenitores separados), destinos de vacaciones que no gustan demasiado, la permisividad de un progenitor vs la rigidez del otro, etc , hacen que en esta época del año se ponga a prueba la capacidad de comunicación y paciencia de las familias.
Los Adolescentes
. . .se encuentran ya de por sí en un momento crucial de su vida en el que está todavía formándose y formando su personalidad y carácter, con lo que muchas veces se encuentra perdido y es cuando más necesita de nuestra ayuda y apoyo para afrontar las negativas a salir por las noches por ejemplo, si creemos que todavía no debe hacerlo.
Debe de existir un clima de confianza y de diálogo lo suficientemente sólido para que nuestros hijos e hijas puedan recurrir a nosotros cuando tengan un problema.
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Para conseguir esto la comunicación debe de ser fluída,
. . .pero también nosotros deberemos de hacer un esfuerzo y otorgarles un voto de confianza. Confiar en nuestros hijos e hijas, dejarles crecer y experimentar la vida dejando que tomen sus propias decisiones y enseñarles a ser responsables y afrontar las consecuencias que pueden acarrear no cumplir las normas y los límites que rigen en nuestro hogar , forma parte del aprendizaje vital que necesitan para su desarrollo personal.
En cambio, cuando no tenemos en cuenta las necesidades del adolescente y nos negamos en redondo a dialogar y a revisar nuestras normas y horarios considerando que sus salidas y trasnochadas son exageradas se intensifican los conflictos y se endurecen las posiciones enfrentadas. El adolescente se lo tomará como una ataque personal lo que agravará mucho más la situación.
Llegar a acuerdos con nuestros hijos e hijas es la opción más inteligente.
Tenemos que aprender a ceder por ambas partes y también hacerles entender que nuestra labor como padres pasa por poner límites y normas que algunas veces no entenderán del todo , pero que según nuestro criterio, son necesarias para protegerles.
En este acuerdo deben entenderse las necesidades que cada parte plantea. Eso implica escucharse mutuamente y respetar los argumentos, negociar y escuchar, valorando sus opiniones y haciendo encajar sus expectativas con el resto de la familia. Cuando los adolescentes perciben que su opinión cuenta porque consiguen concesiones se muestran más colaboradores y son menos proclives a saltarse las normas.
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Cuando establecemos reglas consensuadas no hay malos entendidos.
Existen profesionales a los que podemos acudir, en este caso, a mediadores expertos en conflictos familiares y con adolescentes que nos pueden ayudar a reevaluar, evaluar, comprender y/o modificar de ser el caso, la manera de afrontar una situación que no somos capaces, por el motivo que sea, de manejar de la manera más satisfactoria y productiva para toda la familia antes de que el conflicto se instale de manera insidiosa en nuestro hogar haciendo mucho más difícil su manejo y posterior resolución.
María Soliño.