Capítulo IV. En el Templo del Saber una Mediación Extraordinaria

by Marta Antuña
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Relatos de Mediación en el Templo del Saber. Ir a Capítulo III 

relatos de mediación

Autores: Myriam de la Cámara, Marta Antuña y Tomás Prieto

Despertarse en el Templo es un goce que sólo se olvida cuando estás lejos.

. . .Al abrir la ventana, la sonrisa que esbozas en el rostro o cerrar los ojos para respirar el aire límpido de la montaña son signos de los que apenas te percatas y que evidencian el bienestar que nos produce estar en este espacio.

Me dormí arropado por la confianza que este lugar me hace sentir y a pesar de la cuestión que debía abordar al día siguiente.  Anoche, las palabras de Mujer danzaban en mi cabeza mientras cenaba y paseaba por los jardines antes de ir a mi habitación.   Ella dice que los hombres sentimos y hemos sentido miedo de lo femenino. ¿Es esto así? En ningún momento yo he sentido ese miedo o al menos no he sido consciente, pero ella está tan convencida que me hace dudar. ¿Por qué lo dirá? ¿qué ve ella que yo no puedo ver?… — Se dice Hombre.

Me dormí arropado por la confianza que este mágico lugar aporta y el amanecer del Templo me dio la perspectiva y la visión que no logré vislumbrar ayer — Pensaba Hombre

Es increíble que no me haya tomado un té y me sienta tan llena de energía y confianza. Ayer apenas si podía mirar a Hombre cuando salimos de la Sala del Saber y hoy tengo muchas ganas de continuar con las sesiones. Este lugar es mágico. No sé por qué me fui de aquí —Se dice  Mujer.

Con una abierta sonrisa se saludaron al encontrarse en el vestíbulo de la Sala del Saber, donde Maestro y Retratista se encontraban ya sentados charlando alegremente mientras les esperaban.

—Bienvenidos queridos amigos, sentaos y contadnos que tal habéis descansado — preguntó interesado el Maestro.

—Sabéis que este lugar es único, pues de alguna forma ejerce un poder benefactor sobre los que estamos en él. No recuerdo haberme sentido tan ligero y confiado como me encuentro aquí. He dormido como un bebé y eso que no dejaba de rondar en mi cabeza la cuestión que dejaste suspendida sobre ella en la sesión de ayer — respondió sonriente Hombre y mirando a Mujer añadió — Suspendida sobre mi cabeza o sobre mi corazón.

—Yo me siento exactamente como Hombre, se ha disipado mi malestar y el agotamiento de ayer. Estoy expectante, como una niña en su primer día de colegio. — Respondió con su mirada diáfana y cristalina dirigida a Hombre.

—Me encanta escucharlo, — dijo riendo traviesamente Maestro — quizá sea vanidoso, pero me congratula comprobar el gozo de mis huéspedes cuando se instalan en el Templo. Me proporcionan tanta dicha… Bien ¿quién quiere comenzar? — preguntó mirando a los ojos de Mujer y Hombre.

—Si me permiten tomo la palabra — dice Hombre. —

Todo está bien, aquí se descansa de verdad, todo es armonía, el desayuno me ha encantado y estoy preparado para responder a la pregunta que me propuso Mujer en la pasada sesión: “¿por qué crees que los hombres tienen miedo de la mujer?”

Lo he meditado y solo se me ocurre una respuesta: Los hombres, a lo largo de la historia, hemos disfrutado de ciertos privilegios respecto a la mujer y el miedo a perderlos hace que nos sublevemos todavía hoy, no encuentro otros motivos.

También creo que es el momento de poner fin a estos privilegios para ser personas sin más, sin nada que nos haga desiguales, que no distintos. Distintos por naturaleza siempre seremos.   El miedo se nos presenta como una entelequia, no lo percibimos, pero está ahí, igual que los automatismos sociales. Sin darnos cuenta, las personas de cualquier género  privilegian a los hombres. Es parte intrínseca de la costumbre y eso está tan arraigado en la sociedad que debemos hacer esfuerzos por detectar esos actos cenestésicos que nos sitúan con el denominado “piloto automático” cerebral, que tanto mujeres como hombres realizamos para perpetuar esos privilegios sin darnos cuenta. También creo que  el “machismo” no está dispuesto a renunciar a los mismos.

Como afirma el neurólogo Ricardo Allegri¹, “lo automático viene más desde lo primitivo, mientras que en la evolución de las especies lo episódico es lo último que se estructura en el cerebro”.

Por ello debemos comenzar a actuar desde la conciencia y la razón. Se hace necesario introducir estos cambios desde el nacimiento mismo.  Por ejemplo, todo esto que digo lo podemos observar en los juguetes de los niños que ya desde pequeños favorecen las diferencias entre ellos. También en la propia educación de las madres y los padres que sin darse cuenta educan con actitudes machistas, como por ejemplo enseñar a las niñas las tareas del hogar mientras que a los niños no se les enseñan este tipo de trabajos.  Esto precisamente, cuando somos mayores y comenzamos a convivir en pareja será foco de no pocos conflictos en la convivencia. Muchas relaciones terminan minadas por no saber superar el conflicto de las tareas domésticas. No es algo baladí.

—Ya veo — dijo pensativo Maestro —

. . .No te sientes identificado con las posiciones de dominio que reconoces en los hombres, y para responder necesitas acercarte desde la razón…Si no entendí mal, la pregunta de Mujer, parte de la hipótesis de que esos privilegios se establecen, se consiguen o surgen, como respuesta al miedo, como una manera de tener controlado un poder femenino que causa inquietud. Se construyen sistemas religiosos y sociales que mantienen bajo control unas fuerzas que, según Mujer, producen miedo, y esa creo que es la pregunta:  ¿Por qué da miedo ese poder, esa conexión con fuerzas de la naturaleza y espirituales que es necesario sofocarlas con sistemas que suponen colocar a la mitad de la Humanidad en una posición de sometimiento y menor capacidad?

— Mujer se adelantó a hablar sin esperar a que Maestro le diese la palabra. —

. . .Comprendo que Hombre no pueda hablar desde el corazón, sino desde la razón. De alguna manera los hombres lo tienen atrofiado.  La historia, la educación, la cultura, los sistemas sociales…muchos siglos y muchas vidas vividas desde el ego-razón como dueño y patrón de todo. El dice que debemos comenzar a actuar desde la conciencia y la razón. La conciencia sí, fundamental. Pero la razón ha sido la protagonista hasta ahora y así nos ha lucido el pelo. La conciencia precisamente supone darse cuenta de los errores y de las limitaciones para realizar cambios.

Hombre observa a Mujer desde la incredulidad y en cierta forma se siente incomprendido y atacado por Mujer.—

¿Cómo puede decirme que tengo el corazón atrofiado? — se lamenta. Piensa que él sí tiene corazón, y además un corazón enorme que varias veces se le ha roto por el dolor…

Mujer parece intuir estos pensamientos y le espeta a Hombre:

—Tu ego está siempre en guardia contra cualquier cosa que pueda mermarlo. En cierta forma si sientes que te culpan o critican, tu ego querrá tener razón. Cuando hablo de ego hablo del ego-razón. La supresión del principio femenino, especialmente en los últimos dos mil años, ha permitido al ego-razón lograr la supremacía absoluta en la psique colectiva humana. Aunque las mujeres, naturalmente, tenemos egos, el ego arraiga y crece con más facilidad en la forma masculina que en la femenina y esto se debe a que nosotras nos sentimos menos identificadas con lo mental que los hombres. Estamos más en contacto con el cuerpo interior, con sentir, con los sentimiento y con  la inteligencia de la naturaleza donde nace el poder de la intuición. Digamos que estamos más sintonizadas que los hombres con el mundo natural. Dime, cuántos hombres actúan guiados por la intuición y no por el pensamiento o el ego/razón. Quizás me entiendas mejor ahora cuando digo que el corazón de los hombres está atrofiado”.

—Con permiso Maestro, toma la palabra Hombre —

. . . .entiendo que lo que dices sobre el corazón es una metáfora y que lo que realmente tenemos atrofiado es una parte del cerebro y por tanto, estoy de acuerdo contigo Mujer. Volviendo a la pregunta, pienso que es un miedo irracional a perder el control de la descendencia, miedo a perder privilegios que te permiten tener el dominio sobre las mujeres, que tienen la capacidad de la fecundidad y el rol de cuidadora. Efectivamente el hombre siempre ha tenido miedo a no poder tener la certeza de ser el macho reproductor, ser él el que fecundara a la mujer y tener su descendencia.  Ese miedo existe en la actualidad. Además, identifico otros miedos relacionados con las relaciones, como por ejemplo miedo a la capacidad e inteligencia de la mujer, a no ser el hombre el proveedor del hogar, miedo a la independencia económica de ellas, miedo al qué dirán; que creo están relacionados con la sociología y la psicología de pareja, que en definitiva están entroncados con el control de la prole y la herencia genética de macho.

Lo mágico e incomprensible de la reproducción al no poder controlarlo nos creaba miedo, por eso tuvimos que inventar la brujería y la hechicería de una forma inquisitorial para perseguir “a las mujeres brujas” con poderes que no llegábamos a entender. Había que perseguirlas y someterlas o quemarlas en la hoguera públicamente. Ese miedo existe en las religiones monoteístas y lo vemos cada día.

Hombre, veo que vas identificando miedos y que eres capaz de nombrarlos con palabras. Lo celebro. Así es como dices y de entre lo que has dicho destaco como miedos del hombre en la sociedad moderna “el miedo a la capacidad e inteligencia de la mujer, a no ser el hombre el proveedor del hogar, miedo a la independencia económica de ellas, miedo al qué dirán…”

— Contestó Mujer. Y continuó.

— Celebro que estemos avanzando, Hombre y permíteme que pregunte a tu corazón. ¿qué mundo tendríamos ahora si la intuición hubiese tomado el mando?, ¿si lo natural no se hubiese desvirtuado por la civilización?, ¿si el amor y los sentimientos fuesen admirados y el pensamiento/razón no fuese valorado? Dime Hombre, ¿cuántas veces al día sientes y no piensas?, ¿cuántas veces al día te pones en modo intuición y no razón/pensamiento?, ¿cuántas veces al día estás totalmente presente o sientes sin más tu cuerpo?

—Muchas gracias a los dos — dijo Maestro aprovechando el silencio que se había producido. —

. . .Si os parece vamos a recordar la agenda que acordamos en la sesión de ayer. Valoramos si seguimos con ellas, si las modificamos y si parece efectivo abordar las que se acaban de plantear — dijo mirando a Mujer, que asintió con una sonrisa.

Ahora todos miraron a la pizarra donde estaban anotadas las preguntas:

¿Existen las etiquetas sobre lo femenino y masculino? ¿Por qué es importante levantarlas? ¿Qué están ocultando?

Las religiones. ¿causa del sometimiento? ¿gravoso para mujeres y hombres?

¿Existe responsabilidad respecto a la situación actual de sometimiento de las mujeres? ¿Es algo natural como el cauce de los ríos que van al mar, propio del devenir de los acontecimientos? ¿O es una respuesta que se realiza ante esos acontecimientos valorando unos intereses y obviando otros? ¿Es una responsabilidad exclusiva de uno de los sexos o de los dos?. . .

 

(. . . .  Continuará Cap. V)

¹ Ricardo Allegri. Médico neurólogo argentino, actualmente es Investigador Principal del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Tecnológicas (CONICET) y del Consejo de Investigación del Ministerio de Salud (CIS) del GCBA. Desde el 2008 se desempeña como Presidente del Consejo de Investigación en Salud del Ministerio de Salud del GCBA y es presidente del Comité Científico de ALMA (Asociación de Lucha contra el mal de Alzheimer de Argentina).

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